Cuando tengo una idea la sujeto firme pero cuidadosamente de una pata, ( si una idea carece de patas no podrá llegar muy lejos y es por tanto una mala idea, en cuyo caso simplemente la abandono a su suerte), y la siento en medio de la mesa del comedor, justo al lado del jarrón de tía Cata. Le cepillo meticulosamente los dientes. Y le ofrezco te con masas o pastel de papas.
Cuando la idea ha comido a sus anchas la dejo libre para que hulla y jamás regrese.
Muy buen texto. Me gusta tu estilo. Felicidades
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